viernes, 23 de diciembre de 2016

Espadas sangrientas

Cinematografía épica en el Lejano Oriente

 
Combate a espada en A touch of zen


Aconsejo leer esta entrada en dos tiempos: primero todo el texto (imprescindible para hacerse una idea general de su contenido) y después deteniéndose en los enlaces que uno considere importantes o enriquecedores, que no tienen por qué ser todos.
 

"Cuando muere el perro del señor todos se ponen de luto, cuando muere el señor nadie se pone de luto"

 

Cartel español de La luchadora (Nu quan shi, Taiwan, 1972)
Andaría, yo, poco más o menos por los diez u once años cuando asistí a la proyección de La luchadora en un programa doble del cine Fátima, en Madrid: no era la primera vez que iba al cine, pero sí la primera vez que veía una película de las que entonces se llamaban "de chinos" y hoy los cinéfilos y entendidos denominan wuxia o wuxiapian, esto es, historias épicas ambientadas en la China medieval y protagonizadas por espadachines expertos en artes marciales; también fue la primera vez, en mi todavía corta existencia cinematográfica, que sentí auténtica pena porque una película terminaba, pues quería seguir viéndola y disfrutando de ella. Recientemente, y gracias a programas como Emule y plataformas como Youtube, he tenido ocasión de revisar o re-visitar ese mismo filme y he comprobado que no contiene nada que justifique su destacada posición en mi memoria de cinéfilo, simplemente lo que entonces llamó mi atención (espectaculares coreografías de lucha, saltos físicamente imposibles, exotismo de trajes y edificios, colores vistosos, algún chorro de sangre y alguna oreja cercenada) lo he vuelto a ver, y mejor, en otras muestras del mismo género o de otros. Pero la primera vez deja impronta, vaya que sí.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Armonizando las contradicciones




La presente entrada únicamente pretende completar y aclarar otra de contenido más general de este mismo blog, titulada "Navidades: la paganidad del cristianismo o viceversa".
         

          Hasta el siglo XVIII, los evangelios y la predicación de la Iglesia se conside­ra­ban, sin lugar a dudas, testimonios exactos y enteramente fiables de la vida de Jesús. In­clu­so se hacía todo lo posible por armonizar narraciones evangélicas claramente con­tra­dic­torias, como vemos en el ejemplo de los relatos sobre el nacimiento de Jesús.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Navidades: la paganidad del cristianismo o viceversa.


Un niño Jesús rubio, sonrosado, de ojos azules y cara redonda generalmente envuelta en un halo de luz: perfecto símbolo solar que solo puede significar la victoria del día sobre la desde ahora menguante noche y que media humanidad identifica con Dios hecho carne judía, a pesar de que los rasgos característicamente semitas son bastante diferentes de los mencionados. Prueba inequívoca de la existencia de dos "niños Jesús", el real o histórico, enteramente desconocido para nosotros, y el legendario o mitológico de los belenes y villancicos; dos niños Jesús que nunca coexistieron pero que cierto personaje apodado "Manolito el pollero" quiso enfrentar, como sinterizando las preocupaciones teológicas de veinte siglos de cristianismo, en estos inspirados versos:

Un niño Jesús rubio, sonrosado y de ojos azules, ¿judío?
Cuando eras niño,
y  junto con otros niños
 jugabas tú,
¿sabías, o no sabías
que eras el niño Jesús?